lunes, 7 de abril de 2008

El Consejo Técnico: eficacia pedagógica y estructura de poder en la escuela primaria mexicana



Uno de los primeros aprendizajes del oficio docente consiste en descubrir que las reglas de organización y funcionamiento de las escuelas tienen una notable incidencia en el desarrollo de la tarea pedagógica.
Las reglas de organización son entendidas como materia exclusivamente administrativa, separada de la materia técnico-pedagógica, que sólo se refiere al trabajo de enseñanza en el aula.
La importancia de la capacitación docente encuentra su justa dimensión cuando se advierte que el maestro no agota su trabajo en el aula de clases, exclusivamente sometido a exigencias didácticas, sino que trabaja en y para la escuela, expuesto a normas administrativas y laborales que atraviesan y rebasan su actividad en el salón.
La revitalización de los Consejos Técnicos se propone fortalecer la atención que se presta a la actividad pedagógica en el conjunto de acciones y relaciones que conforman el movimiento diario de la escuela.
“En todas las escuelas del sistema que tengan más de cuatro maestros se constituirá el Consejo Técnico, cuya función será consultiva para auxiliar a la dirección del plantel”
Las comisiones de acción social, deportes, economía o finanzas, construcción, cooperativa, son encargados a uno o más maestros para atender actividades especificas del plantel.
La normatividad vigente recomienda una periodicidad mensual para sus reuniones que deberán tener lugar “siempre fuera de las horas de clase”.
El intercambio y la transmisión de experiencias y saberes pedagógicos existen en todas las escuelas, entre algunos maestros o pequeños grupos de maestros expresan problemas profesionales surgidos de la práctica y consuetudinariamente suceden al margen de la instancia que los ocupa.
La estructura del poder escolar sustentada por la organización vigente, constituye la fuente principal de la dinámica que debilita la tarea pedagógica.
Una ubicación jerárquica desigual, que define ámbitos de incidencia incomparables subordina al Consejo Técnico a la dirección.
Las necesidades que se imponen a los directivos son: materiales y administrativas. Su urgencia se mide simplemente por su capacidad para alternar o impedir el funcionamiento de la escuela.
Las reglas laborales que encauzan el desempeño docente parecen constituir en los planteles, el soporte del poder burocrático.
Por un lado, las normas urgentes concentran en la dirección todas las responsabilidades sobre el funcionamiento de la escuela; administrativas, laborales y técnico-pedagógicas, el cuerpo docente queda bajo su dependencia en todos estos aspectos.
Las capacidades de iniciativa y de decisión sobre cuestiones profesionales que directamente competen a los maestros, se ven invariablemente subordinados al criterio del director y limitan las búsquedas que en la escuela alimentarían un ambiente de experimentación educativa.
La tranquilidad en el trabajo se asegura mediante la disponibilidad para apoyar a la dirección en las tareas no pedagógicas.
Los intereses de la supervisión modelan las características del cargo directivo por lo menos en dos dimensiones: político, administrativo y pedagógico.
El crecimiento material de la escuela promovida por el director, ocupa un lugar principal en la valorización de su desempeño en tanto alimenta al movimiento legitimador en el medio social y complementa la dotación del servicio que la administración no provee financieramente.
Los maestros ven en las comisiones los ámbitos propicios para la acumulación de los meritos que requerirán sus proyectos personales.
Las propuestas pedagógicas llegan a los maestros siempre mediados por las prioridades institucionales definidas por los directores.
Los modos de existir de las escuelas depende de los usuarios que atiende.
Signada por las características sociales de sus niños, cada escuela con mayor o menor interés de su autoridad, parece ubicar un nivel mínimo de calidad alrededor del cual moverse.
Se sabe que la extracción social del alumnado muestra una estrecha relación con los diagnósticos docentes que se refieren a las posibilidades de aprendizaje de los niños y a los resultados que se obtienen.
El Consejo puede concebirse como un laboratorio de reflexión para atender los problemas particulares de cada escuela.
El uso del tiempo, los contenidos y las modalidades del trabajo en los Consejos potenciaría su efectividad si se liberaran a la decisión de cada grupo.
Restituir la centralidad del trabajo educativo supone necesariamente reconocer el status profesional de directores y maestros.
La nueva función de los Consejos podría traducirse como el intento de restaurar el equilibrio entre las necesidades del quehacer propiamente educativo y los propios de la administración.

Bibliografía
Ezpeleta, Justa (1990), “El Consejo Técnico: eficacia pedagógica y estructura de poder en la escuela primaria mexicana”, en Revista Mexicana de Sociología, núm. 2, abril-junio, México, IIS-UNAM, pp. 13-93-

1 comentario:

ARFKB dijo...

Creo que los consejos escolares no solo deben incluirse en ese espacio de reflexión..a esta debe imprimirse la acción..ir más allá del la mera conciencia...es entonces la construcción de proyectos..que permita revazar la desdicha de resultados obsoletos...pero sí, convertidos en metas...objetivos a corto plazo..y la reinginieria de los procesos de enseñanza..en sitemas más rigurosos....lo cierto es que hoy los TGA...es u espacio de reproducción y recreacción..